Alzheimer y prevención, Omega 3 (Parte 2)

Alzheimer y prevención,  Omega 3 (Parte 2)

1- LOS BENEFICIOS DEL EJERCICIO FÍSICO
2- COMBATIR EL ESTRÉS, RELAJARSE Y EJERCITAR EL CEREBRO
3- UNA ALIMENTACIÓN SANA
4- EL PELIGROSO EXCESO DE OMEGA 6 EN LA ALIMENTACIÓN
5- LOS BENIFICIOSOS OMEGA 3

1- LOS BENEFICIOS DEL EJERCICIO FÍSICO

Si hacemos un breve repaso a las principales medidas preventivas naturales, podemos empezar por tener en cuenta que realizar ejercicio físico de forma habitual reporta beneficios tales como una mejor oxigenación cerebral, el fortalecimiento y mejora del sistema cardiocirculatorio, facilitar la eliminación de sustancias de desecho y tóxicas a través de la sudoración, combatir los trastornos metabólicos como el colesterol, el azúcar, el sobrepeso o la obesidad, así como fortalecer el organismo en su conjunto, incluyendo su sistema inmunológico, permitiendo una mejor defensa ante posibles infecciones y enfermedades. Además de ello, se ha comprobado científicamente que el ejercicio físico favorece la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas.

2- COMBATIR EL ESTRÉS, RELAJARSE Y EJERCITAR EL CEREBRO

Combatir el estrés y los trastornos emocionales, llevar una vida más relajada y ejercitar el cerebro, son objetivos que no deben faltar si se pretende prevenir o retrasar la posible aparición del Alzheimer. Hay que recordar que el cerebro es un órgano con una gran plasticidad, de forma que cuanto más lo utilicemos, más lo reforzamos, ya que permite una mayor supervivencia de las neuronas y terminaciones nerviosas. Por el contrario, su falta de estímulo favorece o acentúa el deterioro cognitivo.

Se ha comprobado en diversos estudios, que los ejercicios mentales retrasan la aparición del Alzheimer, mientras que una vez instalada la enfermedad, las terapias de psicoestimulación consiguen retrasar el paso entre los diversos estadios de gravedad de la  enfermedad. También se ha verificado que un mayor nivel educativo y los estímulos sensoriales de una vida social activa favorecen una menor frecuencia de Alzheimer, estimándose que podría ser debido a un mayor desarrollo de las sinapsis nerviosas existentes, y que, al tener una mayor reserva, se favorece que los síntomas se evidencien más tarde. Otras investigaciones han demostrado que el estrés y la depresión tienen un efecto perjudicial sobre nuestro sistema inmunológico, lo cual puede favorecer también la aparición del Alzheimer, aparte de otras muchas enfermedades.

3- UNA ALIMENTACIÓN SANA

Finalmente, seguir un régimen alimenticio sano, natural y equilibrado, con más frutas y verduras, ricas en fibras, vitaminas y antioxidantes naturales, así como en Omega-3, puede ayudar a prevenir y controlar de forma natural el colesterol, la hipertensión, el estrés, la oxidación por exceso de radicales libres, reforzar el sistema circulatorio, el sistema inmunitario y por extensión, prevenir la aparición y controlar su desarrollo del Alzheimer. En este contexto, una investigación francesa que se realizó con más de 8.000 participantes, demostró que el consumo diario de frutas y verduras estaba asociado a la disminución del riesgo de toda causa de demencia en personas genéticamente predispuestas. Asimismo, el consumo semanal de pescado, se asoció a la reducción del riesgo de padecer Alzheimer y toda causa de demencia. Se constató además, que el uso habitual de aceites ricos en Omega-3, revelaba una sensible disminución del riesgo de padecer demencias, mientras que el consumo habitual de aceites ricos en Omega-6, que tiene un efecto inflamatorio en nuestro organismo, las aumentaba.

Efectivamente, la “comida basura”, el exceso de grasas saturadas y “trans”, carnes, especialmente de cerdo, embutidos, fritos, el exceso de Omega-6, azúcares y edulcorantes, bebidas azucaradas, pastelería y bollería, cereales refinados, alcohol, café, tabaco, así como el sedentarismo, propician trastornos circulatorios, obesidades y diabetes, que asimismo, contribuyen a la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, o incluso, a empeorar su pronóstico. El Alzheimer puede tener una evolución media de 5 a 10 años, pero si cursa al mismo tiempo con diabetes ú otras enfermedades crónicas de origen metabólico o autoinmune, se puede descontrolar y acelerar su evolución en un periodo entre 1 y 2 años.

4- EL PELIGROSO EXCESO DE OMEGA 6 EN LA ALIMENTACIÓN

Está comprobado que el ácido araquidónico, un Omega-6 que ingerimos directa o indirectamente en exceso en la dieta tipo occidental, mayormente a través de aceites de semillas, bollería y pastelería, carnes y productos elaborados, favorece la producción de citoquinas proinflamatorias que provocan inflamaciones intestinales o articulares, generando a su vez, amiloide que puede llegar a afectar al cerebro. Parece que la interleuquina 1 y la 6, que median en las inflamaciones, influyen en la expresión de la proteína precursora de amiloide. Y aunque en el Alzheimer no se ve una inflamación clara en la anatomía patológica, sí hay evidencias de una inflamación más sutil en las placas seniles, habiéndose observado en estudios epidemiológicos, que hay evidencias de influencias inflamatorias al haberse constatado que existe une menor prevalencia de Alzheimer en pacientes con ingesta habitual de antiinflamatorios debido a la presencia de enfermedades reumáticas. Además, los enfermos de Alzheimer tienen una mayor propensión a sufrir a desarrollar tumores, signo que alerta de que puede coexistir un cierto nivel de inflamación crónica en el cerebro.

En lo que concierne al sistema inmunológico, se sabe que se puede producir también una alteración de éste mediante el exceso continuado y persistente del Omega-6 ácido araquidónico, ya que las interleuquinas proinflamatorias, que a su vez son estimuladas por las sustancias tóxicas que se encuentran en pequeñísimas cantidades en conservantes y aditivos químicos de los alimentos, en insecticidas, en la contaminación del aire, en envases o las que se derivan de tóxicos como el tabaco o el alcohol, son capaces de generar diversas enfermedades autoinmunes, mediante una exagerada respuesta inflamatoria, y por lo tanto, susceptibles de destruir la membrana celular. Consecuentemente, es necesario rebajar la influencia negativa del Omega-6 corrigiendo la dieta, o bien intentando neutralizar los efectos de su exceso con la ingesta de una mayor cantidad de Omega-3.


5- LOS BENIFICIOSOS OMEGA 3


En el año 2003 se realizó en Chicago una de las muchas investigaciones relativas al Alzheimer. En ella y durante cuatro años, se observó que los participantes de dicho estudio que consumían pescado una vez por semana o más, tenían un 60% menos de riesgo de sufrir la enfermedad, en relación con aquellos que nunca o raramente comían pescado. Comprobaron además, que el ácido graso Omega-3 que tenía mayor importancia en ello, era el DHA. A este respecto es importante matizar que es conveniente ingerir  EPA conjuntamente con DHA, ya que, aparte de resultar vital para una buena permeabilidad de la membrana celular, es indispensable para el adecuado equilibrio emocional de la persona, muy especialmente para prevenir y combatir posibles estados depresivos que afectan a su vez, al sistema inmunológico. Hay que tener en cuenta que entre el 40% y el 50% de casos de Alzheimer presentan depresión. Además el EPA, al ser precursor de DHA, puede convertirse en éste si el organismo lo requiere y se dan las circunstancias bioquímicas adecuadas.

En el año 2008, The Journal of the Alzheimer’s Association publicó una investigación en la que se verificó que, mediante la ingesta oral de DHA, se conseguía promover la síntesis de nuevas sinapsis cerebrales que compensaban la pérdida sináptica característica de los enfermos de Alzheimer ú otras enfermedades neurodegenerativas.

Estas evidencias experimentales confirman que, al ser los ácidos grasos Omega-3 esenciales para la estabilidad y la adecuada permeabilidad de las membranas de las células nerviosas, para regenerar y mantener las sinapsis nerviosas, así como para la adecuada modulación de la neurotransmisión, pueden contribuir a reducir las circunstancias que favorecen la generación de esta variedad de amiloidosis cerebral que es el Alzheimer. Pero no solamente esto sino que, conociendo que intervienen en la formación de algunas hormonas y en el correcto funcionamiento del sistema inmunitario, también se ha demostrado que su importancia y beneficios afectan también a los trastornos cardiovasculares y a otras alteraciones patológicas de tipo crónico, inflamatorio, autoinmunes y degenerativas.

En algunas de las investigaciones realizadas con Omega-3, en las que no se han obtenido resultados suficientemente significativos, es probable sea debido a que por las características de esta enfermedad, lenta e insidiosa, y como consecuencia de otras patologías previas, se requiera tomar Omega-3 durante un periodo de tiempo muy largo y en dosis suficientemente altas para que los efectos orgánicos y funcionales pudieran ser relevantes, especialmente cuando el daño ya está establecido. De ahí que su mayor relevancia se encuentre en la prevención. Además, una variable oculta que se escapa a menudo del control de los investigadores es que permiten que el paciente siga consumiendo el exceso de Omega-6 de su régimen alimenticio habitual, al mismo tiempo que se pretende reducirla mediante Omega-3.

Para finalizar, no podemos olvidar que los ácidos grasos Omega-3 están especialmente indicados para la prevención y el cuidado cardiocirculatorio, ya que son innumerables los estudios que han demostrado sus efectos antiinflamatorios, anticoagulantes y antivasoconstrictores, de tal manera que sus efectos son beneficiosos en casos de colesterol (bajan el LDL y suben el HDL) y en la hipertensión. La OMS recomienda su ingesta para la prevención primaria de problemas cardiovasculares, mientras que la European Society of cardiology y la American Heart Association / American College of cardiology lo recomiendan para la prevención secundaria cardiovascular. Sabiendo pues, que los problemas circulatorios son un factor de riesgo para el Alzheimer, es evidente que los Omega-3 pueden aportar beneficios preventivos indirectos para el Alzheimer. De la misma manera que lo pueden hacer también indirectamente neutralizando los estados proinflamatorios producidos por el exceso de Omega-6, favoreciendo al sistema inmunológico, o mediante el beneficio neuronal directo.


José María Guillén LLadó – Psicólogo y Naturópata – Barcelona.

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