Alzheimer y prevención. Omega 3 (Parte 1)

Alzheimer y prevención. Omega 3 (Parte 1)

1- UNA ENFERMEDAD EN AUMENTO
2- ETIOPATOGENIA Y TRATAMIENTO
3- PREVENCIÓN PRIMARIA Y SECUNDARIA
4- RESULTADO DE LA INTERACCIÓN DE FACTORES GENÉTICOS Y AMBIENTALES
5- ALGUNOS FACTORES DE RIESGO CONOCIDOS

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1- UNA ENFERMEDAD EN AUMENTO

El aumento de afectados por el Alzheimer sigue imparable. Las previsiones alertan de que en los próximos veinte años se duplicará la cantidad de enfermos, hasta llegar a la cifra de más de 67 millones de personas en todo el mundo. Actualmente supone el 50% de las personas afectadas por la ley de dependencia en España. Su coste socioeconómico es elevadísimo, aunque por encima de ello destaca que es una enfermedad extremadamente cruel para quien la sufre. Además, se convierte en un severo castigo para cuidadores y familiares.

2- ETIOPATOGENIA Y TRATAMIENTO

Se trata de una enfermedad multifactorial, es decir, que por lo general no responde a una única causa, sino a varias, en la que el cerebro se va atrofiando al tiempo que se producen pérdidas neuronales y sinápticas. En estos cerebros enfermos se han encontrado varias características neuropatológicas, pero las dos más relevantes son la existencia de ovillos neurofibrilares (presentes en numerosas enfermedades neurodegenerativas), y fundamentalmente, de placas seniles que se caracterizan por el depósito de amiloide, el cual da lugar a una cascada de alteraciones que conduce a la muerte neuronal. Por eso, a la enfermedad del Alzheimer se la considera una amiloidosis, es decir, perteneciente a un grupo de enfermedades de causa desconocida, que se caracterizan por el depósito de un material denominado amiloide en los espacios extracelulares de diversos órganos y tejidos.

En el caso concreto del Alzheimer, se producen unas lesiones neuropatológicas que se manifiestan como depósitos proteínicos localizados preferentemente en el hipocampo y en las áreas parietotemporales de la corteza cerebral, que lentamente y gradualmente van produciendo una pérdida fatal de las funciones mentales. Este amiloide, aparece en el cerebro de los enfermos de Alzheimer cuando las membranas celulares han perdido su estabilidad y se han ido destruyendo las sinapsis o zonas de contacto entre las células nerviosas. Las membranas de las células nerviosas son la barrera natural para las proteasas, que fragmentan en pequeñas partículas los materiales albuminosos de donde salen los amiloides, y por ello, cuando la membrana pierde su estabilidad, aparece amiloide en el cerebro.

Actualmente se aplican varios tratamientos que ayudan a retrasar la progresión de la enfermedad, y/o aliviar ciertos síntomas de forma paliativa. Aunque es cierto que algunos de estos tratamientos farmacológicos pueden conllevar importantes efectos secundarios, se considera que el beneficio conseguido es superior a las desventajas que pueden acarrear. Son muy beneficiosos también, las actividades y talleres de estimulación cognitiva que ayudan a retrasar la evolución de la enfermedad

3- PREVENCIÓN PRIMARIA Y SECUNDÁREA

Con el fin de poder aplicar cuando antes estos tratamientos para retrasar la evolución de la enfermedad, es necesario acudir a la llamada prevención secundaria o diagnóstico precoz, a través principalmente de la evaluación neuropsicológica, que puede detectar la enfermedad en un estado incipiente. Por ello, es muy aconsejable que cuando se detecten fallos en la memoria, despistes y pequeños olvidos, alteraciones del lenguaje, problemas de desorientación, incongruencias o dificultades para realizar tareas domésticas, se acuda al especialista para que valore si estos síntomas son debidos a un proceso “normal” de envejecimiento, o en realidad son señales incipientes de demencia que requieren la aplicación inmediata de tratamiento.

Pero cuando la palabra prevención toma su más amplio y puro sentido es cuando hablamos de prevención primaria. Es decir, cuando aún no ha aparecido la enfermedad. Este tipo de prevención se realiza mediante actividades encaminadas a la promoción y la defensa de la salud de la población. Según la Organización Mundial de la Salud, uno de los instrumentos de la promoción de la salud y de la acción preventiva es la educación para la salud, la cual comprende la transmisión de información útil, el fomento de la motivación para cuidarse, así como la mejora de las habilidades personales y la autoestima, con el fin de conseguir una actitud más positiva y un mayor conocimiento de todos aquellos aspectos que pueden incidir en la propia salud y la de los demás.

4- RESULTADO DE LA INTERACCIÓN DE LOS FACTORES GENÉTICOS Y AMBIENTALES

Aunque los factores genéticos de algunas personas pueden, como en la mayoría de enfermedades, propiciar una mayor predisposición a padecerla, y en el caso del Alzheimer se llegó a pensar que podría tener un peso de hasta el 60%, los resultados de estudios posteriores evidenciaron que por lo general pesan más los factores ambientales, si bien en la práctica se combinan ambos. Esta importancia de la influencia ambiental y la fuerza de los hábitos de salud en los procesos patogénicos del Alzheimer, se reflejan por ejemplo, en los resultados de diversos estudios epidemiológicos en los que se muestra que la proporción de personas mayores afectadas por Alzheimer ha aumentado más fuertemente en países de ingresos bajos y medios.

5- ALGUNOS FACTORES DE RIESGO CONOCIDOS

Paralelamente, se ha verificado que el estrés oxidativo inducido por el exceso de radicales libres provenientes de contaminantes externos o de una alimentación inadecuada, contribuyen a destruir las membranas celulares, hecho éste que -como hemos leído antes-, favorece la destrucción sináptica y la aparición del amiloide en el cerebro, debido fundamentalmente a que el tejido cerebral es especialmente sensible a los radicales libres debido a su alto consumo de oxígeno, abundante contenido de lípidos y relativa escasez de enzimas antioxidantes comprada con otros tejidos.

Además de dañar las membranas celulares, los radicales libres aceleran el envejecimiento de la piel, aumenta los problemas cardiovasculares, favorecen la aparición de la arterioesclerosis, el aumento de colesterol LDL, o de problemas nerviosos que afectan a la memoria y disminuyen el riego sanguíneo cerebral, situación que también favorece la aparición de las demencias. En este contexto, un estudio realizado en el año 2003 por la USDA Human Nutrition Research Center on Aging at Tufts University, observó que las personas que no sufren Alzheimer consumen mayor cantidad de nutrientes antioxidantes (carótenos, vitamina C, vitamina E, más verdura…).

Otro factor de riesgo importantísimo lo constituyen los trastornos circulatorios. Varias investigaciones han demostrado que las probabilidades de padecer Alzheimer aumentan en más del 50% cuando se tienen niveles de colesterol muy por encima de 200 mg/dl de forma sostenida en el tiempo, comprobándose además, correlaciones positivas entre el riesgo de sufrir Alzheimer y la existencia de diabetes. En la Universidad de Pittsburg se demostró que la hipertensión arterial reduce el riego sanguíneo cerebral, aumentando la vulnerabilidad del cerebro a los efectos de la enfermedad, sugiriendo estos resultados, que la hipertensión contribuye al desarrollo del Alzheimer.

Estos breves ejemplos nos permiten observar que existe una evidente relación entre el estrés oxidativo, los problemas circulatorios y el Alzheimer. Si tenemos en cuenta que estos problemas tienen una influencia predominantemente metabólica, estaremos en condiciones de adentrarnos en el camino de una prevención primaria natural, que si bien no garantiza que no se padecerá Alzheimer, sí puede contribuir, directa o indirectamente, a reducir el riesgo de contraerla, o bien, a retrasar su aparición y evolución. Objetivo nada desdeñable.

José María Guillén LLadó – Psicólogo y Naturópata – Barcelona.

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